En un lugar de la Tierra Media, cuya dimensión es paralela en cuanto a
tiempo a nuestro mundo, existía un hermoso y eterno bosque en donde sus
seres vivían felices y ajenos... a lo que los mortales o monstruos,
llamaban instituto.
Una mañana de otoño, algo cambió en
el susodicho bosque de Lothlórien. Eruanne, la joven princesa del reino
de los elfos, había tenido como regalo de cumplespanto un viaje astral
al mundo real.
En él, tendría la obligación de susistir por mera apuesta con sus sabios padres.
Los
diás fueron pasando lentamente. Las hojas de los árboles caducifolios
ya se posaban en el suelo cuando el tan ansiado día de la despedida al
fin llegó...
La enorme sala real estaba a rebosar de
elfos de alto rango y de gran sabiduría, acompañando en todo momento las
decisiones de los reyes de Lothlórien. Todos esperaban la aparición de
sus majestades para que diera comienzo el cántico mágico que abriera la
puerta tridimensional y asi poder enviar a su pequeña princesa al que
sería el viaje inolvidable de su vida.
En cuestión de
segundos, mis padres y yo hacíamos nuestra gran entrada en aquella
enorme sala. Todos se pusieron en pie por respeto e hicieron uno a uno
su correspondiente reverencia. Atravesamos la gran sala a paso lento y
firme, cogidos de la mano y sin quitar la vista al frente. Una vez
acomodados en nuestros asientos reales...
- Queridos
hermanos y hermanas, mi esposa Galadriel y yo os hemos convocado en
honor al viaje a otra dimensión de mi joven y única heredera, hacia el
que será su nueva vida y que formará parte de su formación -dijo
el rey Celeborn al tiempo que se le desprendía una diminuta lágrima. Era
tal el amor y devoción por su familia, que no pudo reprimirse delante
de tantísimos altos cargos como lo eran aquellos elfos que presidirían
el acontecimiento. - Eruanne, ven aqui hija mía - expresó como última instancia.
Me
acerqué a mi padre sin perder la compostura, tal y como meses atrás
había ensayado tanto con mi amiga y niñera Lithlian, me situé delante de
él y tras una leve reverencia, me arodillé a la espera de su bendición y
sus palabras.
- Mi joven Eruanne, tu gran día ha llegado y... - suspiró - a
pesar de que a tu madre y a mi nos cueste despedirnos, estamos en la
obligación de dejarte marchar y de este modo, formarte como persona y
reina en el mundo que escogiste como destino. Ten mucho cuidado,
cariño... Te queremos.
Dichas estas palabras, tanto el rey
como la reina se levantaron de sus respectivos sillones y alzandome, me
abrazaron como nunca antes lo hubieran hecho. Fue tan emocionante el
momento, que no veía ni hora ni lugar de marcharme, mi mente sólo estaba
inmersa en aquel instante.
Volviendome a posar en el
suelo y con miles de lágrimas recorriendo nuestros rostros, nos
dirigimos al centro de la habitación y con unas leves palabras de mi
amado progenitor, se abrió un vórtice que en cuestión de milésimas de
segundo tomo la forma de una puerta un tanto extraña... ¡Tenía forma de
ataúd!
Dí un paso hacia aquella misteriosa puerta y
girándome sobre mí misma, mandé un beso al aire a mis entristecidos
padres. Sin más preámbulos, crucé al otro lado.
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Mi viaje acabó en las puertas de Monster High, el instituto de monstruos y normis mas famoso de todo Monstruopolis...
- ¡Oh! Esto... es...
RING! RING! RING!
Continuará...
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