¡Toc! ¡Toc! ¡Toc! ...

¡Saludos monstruitos, monstruitas y/o normis!

En Almas Errantes recibimos infinitas historias del 'Más allá' y en ocasiones, nos cuesta muchísimo escoger las más terroríficas o verídicas. El relato de esta ocasión pertenece a una fiel seguidora del blog que no desea desvelar su identidad.
¿Preparados para pasar miedo? 

Hola chismosillas, os escribo para contaros un suceso que me dejó bastante marcada.

Todo comenzó una tarde de invierno... hace ya algunos años. Aquel día parecía que el navío de Noé aparecería en la puerta de casa por la cantidad de lluvia que caía. He de añadir que mi casa es un duplex y lo ocurrido tuvo lugar en el salón, en la planta baja.

Trabajaba en el ordenador, en una exposición para la clase, cuando de repente se fue la luz y todo mi tiempo empleado se fue al traste. Viendo que el corte de luz duraba algo más de lo deseado y ayudándome de la luz del móvil, saqué algunas velas para no quedarme completamente a oscuras.

Lo que no me podría imaginar es que volviendo de la cocina, alguien o algo tocó la puerta... ¡Toc! ¡Toc! ¡Toc! Asustada y sin saber bien qué hacer o quién sería el loco en aventurarse a salir a la calle con aquel temporal, me acerqué a la puerta dispuesta a abrir. Estando junto al pomo de la misma, llamaron nuevamente y con más fuerza... ¡Toc! ¡Toc! ¡Toc! En esta segunda ocasión me pareció que la impaciencia no era su mayor virtud y pensando en que aquella persona estaría pasándolo mal, abrí la puerta sin dudarlo mas.

Cual fue mi sorpresa cuando contemplé el portal de casa.... ¡vacío! y pocos segundos antes, habían llamado por segunda vez. Cerré rápidamente presa del miedo y corrí a sentarme en el sofá para tranquilizarme y tratar de sopesar lo ocurrido. No llevaba ni 5 minutos sentada cuando llamaron nuevamente... ¡Toc! ¡Toc! ¡Toc! El miedo consumió la poca lucidez que poseía en esos momentos y comencé a llorar.

Al cabo de un rato largo... quizás pasaron 20 o 30 minutos, llamaron de nuevo y con fuerza... ¡Toc! ¡Toc! ¡Toc! Aún cagada, perdón por la expresión, me armé de valor, aguanté la respiración y dirigiéndome a la puerta, la abrí por segunda vez... Nada, allí no había nadie. Nadie corpóreo que pudiera golpear la puerta de tal manera. Angustiada y aún con la puerta abierta, llamé al 112 y en mitad de la conversación, un fuerte golpe... como el de cristales rotos, se escuchó desde la planta de arriba.

El corazón me latía a mil, la chica del 112 fue muy comprensiva y me propuso mantener el contacto mientras uno de sus equipos venía hacia mi casa de forma que le relatase minuto a minuto todo lo que sentía y veía.
Subí las escaleras para averiguar el motivo de aquel extraño ruido. Alumbrándome con la escasa luz de la vela, entré en la habitación de mis padres... nada, todo estaba intacto y no habían restos de cristales en el suelo ni ventanas rotas. Pasé a la habitación de mi hermano... un desastre, pero nada de cristales rotos. Por último entré en mi cuarto... ¡NO! Un grito desde lo más profundo de mi alma se me escapó y de la impresión al ver aquello, se me calló al suelo el móvil desparramándose la batería y la tapadera trasera.

Junto a la cama y destrozada en el suelo, la lámpara de cristal de la mesita de noche y en su lugar, una pulsera ensangrentada que le regalé a mi mejor amigo cuando se mudó a Amsterdam por motivos de estudios.

Volvió la luz y la normalidad en cuanto la patrulla del 112 llegó al mismo tiempo que mis padres.
Semanas más tarde, noticias de mi mejor amigo en el periódico local con fecha anterior a aquella terrorífica noche: "Estudiante extranjero se suicida en la bañera de su piso"

Gracias por vuestro tiempo. Un saludo

Si te sientes identificado/a con lo relatado y deseas dar a conocer tu experiencia con el Más Allá, no dudes en escribir a thelordoftherings@hotmail.es 

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